Son las siete de la mañana, abro las cortinas de mi habitación, miro por la ventana y me propongo instalarme con una taza de café y un cigarro a mirar la actividad mañanera del resto. Tan apresurados van todos que no se dan el tiempo de observar a quien camina a su lado y por la actitud de la gran mayoría deduzco que dentro de sus intenciones definitivamente no está el preguntarse a donde va el que va al lado y menos cual es su objetivo diario. Hay gente que corre deprisa, porque van atrasados o simplemente por deporte; quien sabe.
7:41am… una joven de shorts y sandalias con pinta de turista se topa con un oficinista, intercambian las disculpas respectivas y cada uno sigue su rumbo.
En la panadería de la esquina noto a una señora que llega y queda al final de la cola, con cara de desagrado espera impacientemente que llegue su turno; a su lado una viejita con un niño pequeño de la mano le sonríe y logra llamar la atención de esta, más bien sospecho que fue el pequeño, quien apuntaba el llavero de peluche que esta llevaba enganchado en su cartera, esta situación le hizo cambiar el gesto de su cara y hasta creo que la enterneció.
Gente se detiene para entablar vagas conversaciones sobre calles, lugares, direcciones o cualquier cosa para reponer su perdida orientación.
8:00am… ya perdí la concentración; me quedé pensando en la hora, y como esta pasa tan rápido; tengo que empezar mi día, me sumaré a aquella multitud de gente que camina con o sin rumbos definidos, pero rumbos al fin y al cabo; ya no seré una observadora que atenta contra la tan poco obvia privacidad de cada personaje instalado en estas calles, dejando historias y hasta memorias en ellas; me sumaré a aquél grupo de individuos que se expone a ser observado por alguien más que tenga un pasatiempo tan inusual o usual a la vez como el mío.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::Neidala
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